La cómoda pieza del loco.

Desde pequeño me enseñaron a creer en Dios bajo la Religión Católica. Cuando tuve uso de razón decidí que todo era cierto, me hice amigo de Jesús y lo lleve a todas mis fiestas. Durante 8 años de mi vida dediqué gran parte de mi tiempo a actividades pastorales, viví cosas hermosas y fuí creando lazos importantes que hasta hoy perduran. Mientras tanto descubrí realidades muy feas y sufrí experiencias que me hicieron tirar por la borda a la iglesia en su calidad de "Institución perfecta". Un buen día mandé todo a la cresta, decidí que uno o dos sacerdotes serían buenos amigos, nada más y nada menos que eso... en fin, personas. Entendí que Dios podría escucharme fuera de la Iglesia, que jesús era un héroe de carne y hueso, que una estatua y una copa dorada no eran más que eso... materia, que la Biblia es un libro de historia y que la Sotana y los Templos son una buena "Imagen de Marca". Opté por ser menos burocrático y entenderme con los jefes, de esa manera desarrollé una comunicación paciente, piadosa y tierna con un Señor más cercano, más presente en los momentos que en los eventos, más humilde en su grandeza y mucho, pero mucho más real en su calidad de invisible. De sus representantes vivos me quedé con el Papa, que aún siendo un hombre esclavizado y limitado por el más complejo de los Manuales Corporativos, se dió maña para llegar hasta mi, haciendo un esfuerzo por ir más allá del oro, las pompas, los terciopelos, los frescos Renacentistas, los inciensos y los cantos gregorianos. Un tipo sufrido, trabajador, demandante pero consecuente, que intentó ponerse al día con los tiempos y pedir perdón por años, decadas y siglos de "cagazos" que "él no cometió". Por eso me duele su ausencia, por eso me emociona ver a Roma, cuna del martirio y la superficialidad, colapsada de personas que, rompiendo con los tiempos actuales, caminan en una dirección.... y lo hacen en paz.